Por: Sebastián Osorio I.
Las elecciones presidenciales de 2024 en Venezuela están cerca. Unos días separan a los venezolanos de conocer el futuro político y, quizás, democrático de su país. Nicolás Maduro, por el chavismo, y Edmundo González (foto), figura de la oposición, se medirán en las urnas el próximo 28 de julio.
Estos comicios, los primeros en muchos años en presentar una posibilidad real de cambio en la dirigencia política, han ubicado en el foco una oportunidad para el país: normalizar las relaciones internacionales de Venezuela en todos los frentes.
Y es que aunque los resultados de las encuestas de intención de voto dan como ganador a González, con más del 60% del favoritismo, según las principales encuestadoras, el primer obstáculo será que el oficialismo reconozca su derrota y permita la transición democrática, dijo Theodore Kahn, director asociado de Colombia y la Región Andina de la consultora Control Risks.
“Una cosa es que la oposición gane la elección y otra cosa es que efectivamente se dé una transición. Evidentemente, existe el escenario donde la oposición gana más votos, pero Maduro, a través de su control de las instituciones electorales y jurídicas, encuentra el pretexto para anular o desconocer el resultado”, precisó en su respuesta.
Sin embargo, no desconoce que con lograr una transición a un nuevo gobierno en cabeza de González Urrutia, “se puede esperar un impacto enorme en las relaciones internacionales”, por el respaldo que podría llegar desde Estados Unidos y la Unión Europea, tanto político como financiero, para lo que sería “indudablemente una transición compleja, tensa y con bastantes riesgos”.
Una victoria de la oposición en Venezuela no será un cambio “inmediato”
En los últimos años, Venezuela ha desarrollado diferentes diálogos con la oposición con Estados Unidos y otros países garantes. Con ellos, la administración de Maduro logró resoluciones específicas para desmontar algunas sanciones sectoriales a su economía, en especial en el campo petrolero, consolidados en el Acuerdo de Barbados. Pero su negativa a una participación libre de la oposición en las elecciones de julio, y otros desvíos, terminaron en la no renovación de las licencias que levantaron las sanciones.
Sin embargo, cerca de la contienda y con mucho en juego, Maduro recurrió de nuevo a un discurso en el que se mostró cercano con Estados Unidos, al señalar al inicio de julio que los diálogos con la potencia norteamericana se habían reanudado.
Para Ronal Rodríguez, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario en Colombia, una victoria de la oposición no resultará en un cambio inmediato en la estructura del Estado venezolano, como lo es su política exterior.
“Todavía el nivel de incertidumbre es bastante alto y particularmente en política exterior la incertidumbre sería importante, porque como lo decía, este es un tema que atraviesa toda la dinámica del Estado y no cambia únicamente con la llegada de un presidente”, señaló.
Y reiteró que aunque un presidente puede tener una incidencia grande en la política exterior de un país, “las grandes líneas de la política exterior no son cambiadas o no se cambian con tanta rapidez”, por lo que de cara a una victoria de González, habría que esperar que se concrete su posesión presidencial.
Confianza y apoyo financiero, los retos de la oposición si llega al poder
Una buena parte de países de América Latina, así como la Unión Europea y EE.UU. se han solidarizado por uno de los principales fenómenos que ha creado el régimen de Maduro y su crisis económica: la migración masiva.
Por lo menos 7.′774.000 venezolanos han salido de su país en las últimas dos décadas, la mayoría en los últimos años, con una permanencia principal en Colombia y países cercanos, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Pero aunque la situación migratoria ha mantenido a la comunidad internacional atenta en el país, Rodríguez defiende que el nuevo gobierno debe trabajar de manera insistente en recuperar la confianza a largo plazo sobre la economía de su país y crear los escenarios necesarios para poder acceder a préstamos de la banca multilateral.
Venezuela solo podrá volver a ser un país próspero “con ayuda de la banca multilateral”, explicó el académico Ronal Rodríguez, para lo cual se requiere de una estructura de confianza en el sistema legal del país, y “que en un eventual repunte del chavismo no se va a desestructurar esa ayuda”.
En esta nueva ola de apoyos y cooperación internacional, se vería el apoyo incondicional de EE.UU., la UE, y aliados como Reino Unido, Canadá, Australia, y otros si ganara Edmundo González, indicó Theodore Kahn, de Control Risks.
Las proyecciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) para la economía venezolana en 2024 se acercan al 4%, por encima del crecimiento regional, aunque son estimaciones rodeadas de “gran incertidumbre”, según el propio organismo.
Así mismo, la oposición deberá batallar con otro gran problema económico: la inflación. Hasta junio del presente año, el indicador llegó al 18,1% acumulado, mientras que se espera que la inflación interanual se ubique entre el 60% y el 65% al cierre de 2024, según las cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas (OFV).
“Sin duda, las sanciones principales de EE.UU. —las que prohibían transacciones en el sector petrolero, financiero, y con el sector público— se quitarán si se da una transición real, lo cual abre un campo grande para inversiones privadas en el país”, reiteró Kahn.
“La situación de los aliados de Venezuela es bastante compleja”
Pero no se trata solo de confianza. La reconfiguración de las alianzas internacionales no será una tarea fácil para Edmundo González y su gobierno, en caso de ganar las elecciones del 28 de junio y poder comenzar su mandato en enero de 2025.
En esta carrera electoral, el chavismo está luchando por su permanencia en el poder tras 25 años desde la revolución bolivariana. Y producto de su largo camino al frente del país, ha consolidado alianzas de las cuales no se conoce su profundidad, con Rusia, China, Turquía e Irán.
“Ahora, Venezuela tiene unos compromisos con potencias extracontinentales y las potencias occidentales desconfían profundamente de Venezuela (...) Venezuela ya no tiene la misma importancia y relevancia geopolítica que tuvo en el pasado y eso hace que sus alianzas se vuelvan muchísimo más complejas”, fueron las palabras de Rodríguez para referirse a la reconfiguración de las relaciones internacionales, al añadir que recuperar esas alianzas lleva tiempo.
Bajo su mirada, uno de los principales problemas con las relaciones existentes con Rusia, China, Turquía e Irán, es la poca claridad sobre la dimensión de esas relaciones y los compromisos adquiridos en el largo plazo.
Por esta razón, asegura que es difícil que un gobierno de oposición pueda desconocer los acuerdos firmados con las potencias extracontinentales o pretender reemplazarlos con potencias occidentales. “Esos países tienen una posición ganada y no van a ceder fácilmente lo que ya han logrado conseguir en Venezuela”, dijo.
Entre tanto, desde Control Risks defienden que el país podría tener un cambio importante en su relación con Rusia, pues un gobierno de oposición estaría alineado con Washington en términos geopolíticos, por lo cual la cooperación militar, financiera y comercial con Rusia se acabaría.
Con China “el asunto sería un poco más matizado”, según Theodore Kahn. “Si bien un gobierno liderado por la actual oposición estaría más alineado a Washington que a Beijín, casi todos los gobiernos de América Latina, independientemente de ideología y postura geopolítica, han sido abiertos a inversiones chinas”.
Una vez que la economía venezolana se haya estabilizado y exista mayor seguridad jurídica, es probable que surja nuevo interés por parte de empresas chinas en invertir en el sector energético en Venezuela, pero también otros como la infraestructura, tecnológico, etc., sobre todo teniendo en cuenta las enormes necesidades de capital que tiene la economía.
Brasil y Colombia, una duda constante
Ambos expertos consultados señalan que aunque Lula da Silva, presidente de Brasil, y Gustavo Petro, presidente de Colombia, tienen simpatía con Nicolás Maduro, ambos países necesitan estabilidad en la región, por lo que una transición pacífica y democrática es fundamental para sus gobiernos.
Kahn dice que no cree que “un deterioro sea el escenario más probable”, pues un eventual gobierno de la oposición venezolana buscaría mantener relaciones estrechas y positivas con los vecinos de la región.
Rodríguez, por su parte, explicó que para Petro y Lula sería “muy difícil” reconocer a Maduro si se decide por un camino autoritario para mantenerse en el poder, lo cual ubica al venezolano en una condición “bastante compleja de riesgo”, porque ese apoyo desde la izquierda democrática es necesario para “mantener un discurso en la izquierda global”. BLOOMBERG
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