Una generación de niños que se pierde en la adicción a las pantallas
- Acta Diurna
- hace 18 horas
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Por: Hugo Machín Fajardo

Kafka en «El Proceso» dice que si creemos que una ley nace exclusivamente de una necesidad, transformamos a la mentira en algo universal.
Esto viene a cuento porque me informan que un legislador de un departamento del interior de Uruguay redactó un proyecto de ley que apunta a regular el uso de celulares en los institutos de enseñanza del país.
En mis años de cronista parlamentario recuerdo que al inicio de un período legislativo era frecuente un fenómeno: noveles legisladores cazaban al vuelo un tema que estaba en la conversación pública, y de inmediato lo traducían en un proyecto de ley, no siempre redactado con la necesaria técnica legislativa, ni después de haber hecho un estudio comparativo con legislación precedente sobre la materia. El punto era agitar ese tema popular con el cual poder ser identificado por la ciudadanía; o responder a una demanda de sus votantes locales. Si el proyecto era desechado o no en la respectiva comisión al que había sido derivado, a veces no era lo más importante para el proponente.
Pero las leyes no nacen exclusivamente por una necesidad. Aunque esta rompa los ojos. Hay un conjunto de factores —evidentes o desconocidos— que inciden en una «iniciativa parlamentaria», donde lo menos gravitante son intereses sectoriales de una sociedad. En otros casos, son lobbies puntuales que buscan obtener determinados beneficios, o exenciones, a partir de condiciones coyunturales, o permanentes, que mejoran o impiden un mejor desenvolvimiento de un sector productivo, sea comercial, agropecuario, industrial, turístico, cultural, etc.
Quiero pensar que el proyecto del legislador de referencia —que entiendo tiene hijos pequeños— busca incidir en la protección de la infancia uruguaya. Sabido es que hay propuestas similares en otros países, Suecia, Finlandia, Francia, Brasil, China, Reino Unido, Países Bajos, Italia, algunos estados de los EE. UU.
Y hay experiencias puntuales también. Como la de 21 colegios privados de Bogotá, capital de Colombia, en los cuales, padres de alumnos, docentes y direcciones acordaron normativizar el uso de celulares en el horario escolar y de bachillerato. Pero en la mayoría de los institutos educativos colombianos, públicos y privados, no hay una política al respecto. En un colegio, por ejemplo, no se les permite a los escolares utilizar celular, pero los pequeños conviven con estudiantes de bachillerato que sí pueden usarlo. Ergo, la ansiedad y expectativa de los escolares por el celular —que da estatus de adolescente— se acrecienta.
Hay evidencia científica de lo que produce en niños y adolescentes la adicción al celular: en 2024 la Universidad de Oxford denominó como palabra del año «brain rot», palabra que se traduce al español como, «cerebros quemados», «cerebros podridos», término explicado como el «deterioro de las facultades mentales o intelectuales, especialmente relacionado con el abuso de contenido digital trivial o poco estimulante».
Es una advertencia rotunda respecto a como incide la «pantallomanía» en el desarrollo mental infantil-juvenil. No en la formación del cerebro como tal, desde que ese proceso se desarrolla casi en un 75 por ciento en la etapa prenatal y los dos primeros años de vida; sino en cómo se lo acostumbre a funcionar.
El cerebro no es algo liso, sino que ofrece una serie de circuitos y estructuras predeterminadas que son modificadas por el impacto del ambiente. La interacción familiar y social es la que modula y afina cada una de esas funciones mentales —lenguaje, inteligencia, memoria, aprendizaje, conciencia, razonamiento, atención, motivación, emociones, planificación, control de impulsos— es decir, la presente y futura personalidad de hijos y nietos que hemos entregado a los genios informáticos de Silicon Valley Google, Microsoft, Adobe, Apple, Facebook, Tesla.
Por cierto que dichos genios han sido explícitos en decir que sus hijos no acceden a las pantallas antes de los 3 años, ni les permiten que manejen teléfonos inteligentes [«smartphones»] hasta por lo menos los 14 años, que tienen normas familiares acerca del uso del celular durante las comidas o previo al descanso nocturno, así como que en varios casos, optan por que sus hijos asistan a institutos donde se integre la enseñanza convencional con los adelantos informáticos.
Alemania:
La proporción de niños entre 6 y 18 años con trastornos en el desarrollo motor, aumento un 64% entre 2008 y 2023, informa la compañía de seguros de salud KKH.
En todo el país hay 311.000 menores con discapacidad motora. Demasiado tiempo sentados jugando videojuegos, en la computadora, frente al TV, o en la escuela. El ejercicio previene diabetes, afecciones cardíacas, obesidad y el cáncer de colon. La OMS recomienda al menos una hora de ejercicio al día para niños y jóvenes. Asimismo, la falta de ejercicio, incide en las habilidades motoras, sean amplias o finas (escritura, manualidades, uso de cubiertos).
Chile:
La investigadora Pamela Cinfuentes Vidal informó en 2023 que «la edad promedio en que niños y niñas obtienen su primer teléfono móvil, era de 8,9 años (en 2016 era de 11 años), mientras que el 87% de los niños, niñas y adolescentes encuestados, indicó contar con teléfono celular propio, con acceso a Internet. En cuanto a los grupos etarios que más aumentaron su acceso, fueron los niños y niñas de 0 a 5 años (quienes pasaron de 2% a 9%, entre 2016 y 2022) y de 6 a 9 años (de 30%, en 2016; a 49% en 2022)».
Colombia:
Un estudio realizado por investigadores de la Maestría en Fisioterapia de la Universidad de La Sabana, de Bogotá, dado a conocer en 2023, confirmaba que entre los más frecuentes efectos diversos en la salud de los más jóvenes se encuentran los problemas musculoesqueléticos.
El estudio publicado por el periódico El Tiempo, titulado «Dependencia al teléfono móvil y prevalencia de dolor musculoesquelético en adolescentes: estudio transversal», estableció que el 43% de los 680 niños y adolescentes de colegios públicos participantes (entre los 10 a 17 años), contaban con cierto grado de dependencia a estos dispositivos.
La miniserie británica en cuatro capítulos «Adolescencia», de Netflix, concita hoy el interés de millones en diferentes países. En ella se evidencia la incidencia negativa de determinados contenidos de las redes sociales en la vida infantil y adolescente; la distorsiones afectivas y la percepción de lo femenino en determinados varones, el impacto en la autoestima juvenil, entre otros aspectos. ¡Qué bueno!
Pero no habrá serie ni ley que valga si las sociedades civiles de los países en que asistimos inoperantes al avance de la adicción infantil a las pantallas no reaccionan. Esa reacción se apoya en tres elementos: padres, educadores y los propios niños. En definitiva, ellos son los «agentes educativos», de esa tríada debe partir la reivindicación del derecho a la educación, a intervenir en ella, a compartir y a acompañar en el desarrollo ético y emocional cuando nuestros niños estén tomadnos decisiones ante una pantalla.
«Corporación Sofia» es la única institución educativa privada de Anserma, Caldas, pueblo distante unas 6 horas de Medellín. Los responsables educativos acordaron con los padres de alumnos que durante el horario escolar y de bachillerato no se utilicen celulares dentro del establecimiento. No necesitaron ley, ni propuestas colectivas de los sectores pensantes de la intelectualidad colombiana, simplemente aplicar el concepto de «buen padre de familia» del Código Civil.
Puedo sonar a reconvención de anciano. Pero, a veces, los ancianos podemos aportar y la educación no tiene edad.
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