Por: Johan Mendoza P.
El transporte público y la movilidad de Barranquilla y su área metropolitana (AMB), que involucra a municipios como Soledad, Malambo, Galapa y Puerto Colombia, es totalmente inhumano. Según diversas fuentes, se estima que el tiempo promedio en un bus es de una hora y media, eso sumado a las pocas frecuencias de algunas flotas, los excesivos sobrecupos, las muchas distancias que suelen haber entre los recorridos de las rutas a los puntos de destino y la obligación de complementarla con otros buses o transporte informal como el mototaxismo.
El transporte público colectivo (TPC) en el AMB se ejecuta a través de 25 empresas divididas en a lo sumo 106 rutas. Transmetro, la cual fue la gran apuesta de transporte masivo (TPM), tan solo tiene una cobertura del 20%, muy inferior al volumen de Bogotá y Medellín. Debido a los 14 km de troncal que hay acá, comparado con los 114 km de Bogotá, lo de transporte masivo para el Transmetro es solo el nombre, además, la mayor parte de los pasajeros son de Soledad, dejando por fuera la conectividad con el resto de Barranquilla y el AMB.
Para el plan de desarrollo “Metropoli Caribe” 2009-2019 del Área Metropolitana de Barranquilla, se proyectaba la implementación de un nuevo sistema de transporte público denominado RITMO (Red Integrada de Transporte Metropolitano), esto para entrar en los estándares de ciudades con mayor eficiencia en la movilidad. RITMO apostaba por la integración del Transmetro con los buses urbanos y hasta bicicletas. Sin embargo, el tiempo pasó y tal medida no se implementó.
Mientras tanto, Transmetro carga con un enorme déficit financiero que supera los 100 mil millones, cosa que se ha traducido en enormes inversiones del fondo público para sostener las operaciones, bajo el supuesto de no afectar a los pasajeros a raíz de reiteradas suspensiones, pero más que todo en beneficio de particulares como los accionistas de SISTUR y METROCARIBE, las dos concesiones que operan el recaudo y los articulados.
Como ñapa, desde 2016 se cobra de cada pasaje de los buses urbanos un monto superior al 10% como concepto del FET (Fondo de Estabilización Tarifaria del Transmetro), esto a causa que el valor técnico de los pasajes de Transmetro es muy superior (más de 4 mil) al valor ofertado a los usuarios que a partir del primero de agosto aumentó en 200 pesos (2700/2800).
Ahora empezará el SIBUS (Sistema Inteligente de Recaudo, Control de Flota, Información y Comunicaciones) para los buses urbanos (TPC), medida que se aceleró debido a la ola de inseguridad, pues con esto los conductores no manejarán efectivo y atracar los buses será cada vez menos rentable para la delincuencia. Asimismo, con el SIBUS se generaría pagos de tarifas a partir de kilometrajes, bueno, eso se dice, aunque para esto último debería haber la integración de los métodos de transporte, cosa que no se ha hecho y al parecer seguirá siendo una asignatura pendiente.
La conclusión es que la movilidad es asunto de grueso calibre que involucra la participación activa no solo de los entes territoriales y las empresas de transporte, igualmente de la ciudadanía que en últimas son los usuarios. SIBUS no puede convertirse en una medida que excluya el acceso al transporte, ya que, al no tener tarjetas no podría acceder al servicio, tampoco en un jugoso negocio para quien se quedó con la concesión. SIBUS puede ser la puerta de entrada a una democratización del transporte público y la reapertura del debate del sistema integrado que tanto se demanda en Barranquilla y el área metropolitana.
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