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Periodismo acorralado

Por: Víctor Herrera Michel



Lo que sucedió con Julián Assange esta semana marca un precedente preocupante en lo que tiene que ver con la libertad de expresión. Para quedar libre, el fundador de Wikilealks –la plataforma a través de la cual se difundieron más de 250 mil secretos y videos– luego de 12 años de un durísimo cautiverio (los últimos 5 años en una celda de 2X3 en Londres, aislado 23 horas al día) tuvo que llegar finalmente a un acuerdo con el departamento de justicia de los EEUU y declararse culpable del delito de espionaje que, según muchos entendidos, ha sido una reclasificación del periodismo que exponga crímenes de Estado con pruebas facilitadas por fuentes o documentos, violando de esta manera la primera enmienda de la constitución norteamericana sobre la libertad de expresión. Ha quedado libre Assange, pero no así el buen periodismo que sufre un duro revés ante el afán de muchos gobiernos en el mundo por callarle tratando de judicializarlo o criminalizarlo.



Al tiempo que eso sucedía, en Colombia la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa) publicaba en su cuenta de X (al parecer la nueva forma de las comunicaciones oficiales en nuestro país aunque, según las encuestas, solo el 12% dice utilizarla para informarse) una declaración al presidente de la república Gustavo Petro en la cual, para rechazar su ataque reciente, le recuerda los 28 años de la entidad defendiendo a los periodistas “…de todos los medios y posturas editoriales…”; Además, le advierte que “…intentar deslegitimar a la FLIP sienta un precedente perjudicial y alimenta la censura…”; Le recuerda que: “…en los últimos 19 meses, cinco periodistas regionales han sido asesinados…”, y los nombra; Y finalmente afirma que su financiación proviene de recursos de varios países de Europa.


Por otro lado, el más reciente informe del “Digital News Report 024”, afirma sobre Colombia que “… el consumo de las principales marcas (de medios) sigue disminuyendo. En parte debido a la evasión de noticias (44%), los bajos niveles de confianza (35%), la desinformación on line y la polarización…”


A eso debemos sumarle la “labor informativa” (que no formativa) de los nuevos “líderes de opinión” que van desde los influencers, tiktokers, youtubers, bodegas, etc. hasta todo aquel que se sienta con el deseo de opinar a través de cualquier medio o modo de comunicación.


También debemos reconocer que una cosa son los periodistas y otra los medios. Que es diferente el periodismo regional que lucha por mantener su independencia en contra de las presiones y amenazas indiscriminadas que van desde lo político, lo gubernamental, lo institucional y hasta lo criminal o delincuencial.



Otra cosa es que mucha de la denominada “Gran prensa” capitalina ha perdido credibilidad porque se ha volcado descaradamente contra un gobierno que considera está en contra de los intereses de sus dueños y/o de sus patrocinadores. Se han vuelto militantes. No en vano el mismo Assange, en un video que se ha hecho viral, llega a calificar a los periodistas de “Criminales de guerra” porque, afirma él, a través de las mentiras bien elaboradas que han emitido sistemáticamente han provocado a lo largo de la historia guerras como la de Vietnam, Irak, Somalia y hasta la segunda guerra mundial.


Por último, están los que hacen “periodismo fácil”, en remoto, copiando redes sociales o la competencia, desde su cómodo escritorio olvidándose de la reportería, las entrevistas cara a cara, las vivencias con la gente, los reportajes, las crónicas, la calle, el bordillo, la verdad, etc.


De tal suerte, que el buen periodismo cada vez está en peligro de extinción.


@vherreram

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