Por: Horacio Duque

El gabinete ministerial del gobierno del Pacto Histórico que encabeza el presidente Gustavo Petro como líder de la izquierda democrática colombiana está en un amplio proceso de reorganización como consecuencia de los balances necesarios a la ejecución de las tareas por los altos funcionarios de la actual administración, que en reciente fecha intervinieron en una reunión pública de dicho espacio, observada por millones de ciudadanos, sorprendidos un tanto por la franqueza de las intervenciones ministeriales.
La más reciente novedad de los cambios corre por cuenta del nombramiento de un general activo de la Fuerza Aérea como nuevo Ministro de Defensa, en reemplazo de Iván Velásquez, el destacado jurista que ocupo ese cargo en los últimos 30 meses. Pedro Sánchez es el nuevo titular de esa cartera, quien estaba encargado de la Seguridad del presidente de la república y de la Casa de Nariño. Este oficial es conocido por su participación en la operación Esperanza, que permitió el rescate de los menores indígenas y hermanos Mucutuy, quienes sobrevivieron a un accidente aéreo en medio de la selva amazónica del Guaviare y el Caquetá en el 2023.
El general Pedro Sánchez tiene más de 30 años de servicio en la Fuerza Aérea. Fue comandante del Comando Aéreo de Combate N.° 4, en Melgar, Tolima, segundo comandante y jefe de Estado Mayor del Comando Aéreo de Combate N.° 5 en Rionegro Antioquia, así como director del Centro de Doctrina Aérea y Espacial. Se trata de un representante de las nuevas generaciones presentes en las Fuerzas Armadas de Colombia.
Todo fue anunciar el nombre del alto oficial para que de manera inmediata la ultraderecha uribista y de todos los pelambres armara tremendo escándalo en la red mediática corporativa afín a esas facciones políticas.
Desde mi punto de vista, el nombramiento del presidente Petro es un acierto que puede contribuir a resolver todos los problemas que presenta en la actualidad el dispositivo militar del Estado colombiano. Los voceros de la extrema derecha han formulado una serie de falacias y sofismas para descalificar la trascendental decisión del presidente Petro.
Veamos esas elucubraciones:
La primera sugiere que lo que se pretende con tal nombramiento es debilitar o diezmar las Fuerzas Militares como si esta institución no estuviese afectada en su capacidad y legitimidad por la instrumentalización que de la misma hizo Álvaro Uribe, su Ministra Martha Lucia Ramírez e Iván Duque, involucrándolas en los más de 10 mil “falsos positivos” que cegaron la vida de millares de jóvenes campesinos; en la ejecución de cientos de masacres de indígenas, campesinos y afros; en la violación sistemática de los derechos humanos; y en la conformación de las bandas paramilitares organizadas desde las brigadas y batallones militares a lo largo de las últimas décadas.
Los que promovieron toda esa porquería vienen ahora hipócritamente a rasgarse las vestiduras para no asumir ante la sociedad la responsabilidad que les cabe en el desastre de una institución que debió ser garante de los derechos democráticos y ciudadanos.
Decir que las Fuerzas Militares se derrumbaran porque con la llegada de Pedro Sánchez deben salir o calificar servicios un grupo de generales y oficiales ligados al generalato uribista encabezados por el ex general Zapateiro es de una pobreza mental que raya en la ridiculez. Por el contrario, el ascenso de un joven oficial, desligado de las manías y reflejos contrainsurgentes o anticomunistas, es un giro saludable que puede colocar a los militares en una senda de paz.
La segunda plantea que con Sánchez a la cabeza del Ministerio de Defensa se están "politizando" por el lado izquierdista a los militares. Otra pendejada más de estos gorilas que pretende esconder que ha sido, precisamente, el uribismo y la ultraderecha la que ha intoxicado, durante varias décadas, con las plataformas ideológicas del anticomunismo y la contrainsurgencia, los cuarteles y a miles de soldados, que, enceguecidos con esas monsergas, incurrieron en cualquier cantidad de actos demenciales y sanguinarios contra la población más humilde fomentando una guerra fratricida que se ha llevado por delante la vida de millones de personas y desplazado casi 10 millones de campesinos.
Lo cierto es que Pedro Sánchez, como nuevo Ministro de la Defensa del gobierno del Pacto Histórico tiene grandes retos por delante como la grave situación de violencia que golpea distintas regiones del país y sus periferias en el Catatumbo, Cúcuta, Arauca, Nariño, el Plateado, Putumayo, Choco, Guaviare, Caqueta y Antioquia.
Hay que recuperar el concurso de los militares en el restablecimiento de la lucha por la Paz total con las Mesas de diálogo y negociación con el ELN, con la Segunda Marquetalia, con la Coordinadora Nacional del Ejército Bolivariano.
Pedro Sánchez desempeñará un papel clave como encargado de la estrategia militar del gobierno si avanza en una reorganización radical de las Fuerzas Armadas para dejar atrás las doctrinas contrainsurgentes y anticomunistas, en un momento en que quien fue su referente y patrocinador global está desentendiéndose de aquellas guerras que le implican cuantiosos aportes financieros para concentrarse en darle prioridad al brillo de su “American First”, tal como lo estamos observando con la situación del señor Zelenski de Ucrania, dejado en la orfandad total por Trump y el Pentágono.
La suspensión de Usaid y sus cuantiosos aportes a la policía y a la guerra de los narcóticos está indicando por donde corren las aguas hoy. Manos a la obra, general Sánchez.
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