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Los nueve votos que definirían (de nuevo) la reforma a la salud

Foto del escritor: Acta DiurnaActa Diurna


Tal como ocurrió justo hace un año, las miradas del país vuelven a posarse sobre una célula legislativa que, aunque en los entresijos del Congreso parece secundaria, hoy emerge con un rol categórico y de primer orden: la Comisión Séptima del Senado. Es allí donde, en cuestión de semanas, aterrizará la recién aprobada reforma a la salud para tercer debate y donde, además, se discute otro de los proyectos del corazón del petrismo: la reforma laboral.


Fue precisamente en ese escenario donde en abril de 2024 –en medio de un ambiente de crispación y tensión política– se hundió estrepitosamente la reforma a la salud que impulsó desde el momento uno del gobierno de Gustavo Petro, la exministra Carolina Corcho. Sin embargo, pasado un año las condiciones parecen haber cambiado y los vientos podrían soplar a favor del Ejecutivo.



No solo está en ciernes el año preelectoral, sino que el Gobierno cuenta con un aliado sagaz y estratégico como el nuevo ministro del Interior, Armando Benedetti, a quien le bastaron apenas días para tramitar y aprobar la reforma a la salud en la plenaria de la Cámara tras semanas de parálisis. El nuevo ministro de la política se sentó de tú a tú con los representantes, aglutinó a independientes, garantizó representación política, organizó a las bancadas y en menos de un mes puso a la Corporación a marchar a su favor.


“Es un hombre muy hábil en la política”, reconoció sin vacilar el propio presidente del Senado, Efraín Cepeda, en referencia a la astucia que demostró Benedetti, cuyo dominio legislativo es fruto de dos décadas de trasegar en el Elíptico.


Esa agudeza y olfato ahora estarán puestas a prueba en la Comisión Séptima, donde hace un año –de manera espontánea– se gestó un bloque entre nueve de sus 14 integrantes que puso a tambalear la reforma a la salud y, al final, terminó dándole la estocada final. Sin embargo, sobre esos mismos senadores pende una espada de Damocles: ¿permanecerán firmes en las consignas que los llevaron a hundir el proyecto o cambiarán de opinión?


Se trata de siete congresistas de partidos independientes y dos más de oposición, quienes junto a otros cinco de la bancada de Gobierno conforman la Comisión. Hoy, la mayoría se declara a la espera de revisar el texto que remita la plenaria de la Cámara para hacer un pronunciamiento certero sobre el proyecto y tomar partido; sin embargo, algunos desde ya parecen ventilar su postura.


Así pintan las cuentas


Por un lado, sobresalen las congresistas conservadoras Nadia Blel y Esperanza Andrade. La primera es nada menos que la presidenta del Partido Conservador –que ha ratificado la independencia de los ‘godos’ frente al Gobierno– y quien además preside la Comisión, mientras que la segunda se está estrenando en el Senado tras la renuncia de José Alfredo Marín por problemas de salud.


Los conservadores tomaron partido y con ello se aseguran dos de los nueve votos negativos del bloque. “El Partido Conservador mantendrá su decisión de votar no a la reforma a la salud en la discusión que inicia en el Senado. Nuestra postura está sustentada en argumentos técnicos y no políticos que advierten su inconveniencia. Hoy millones de pacientes sufren las consecuencias de las malas decisiones del Gobierno con las intervenciones a las EPS y los cambios en el FOMAG (que maneja la salud de los maestros)”.


A ellas se suman los senadores Josué Alirio Barrera y Honorio Miguel Henríquez, del opositor Centro Democrático, quienes no han vacilado al rechazar el proyecto. “No resuelve los retos actuales del sistema de salud. Es nefasta. Deja en el limbo y sin protección a los pacientes actuales y no tiene fuentes de financiación, se ha calculado que vale más de $105 billones en su primer año de implementación”, dijo con vehemencia Henríquez tras su aprobación en Cámara.


En medio quedan cinco senadores determinantes para las cuentas: Norma Hurtado, del Partido de La U; la paisa Berenice Bedoya, de la Alianza Social Independiente (ASI); Miguel Ángel Pinto, del Partido Liberal; Ana Paola Agudelo, de MIRA, y Lorena Ríos Cuellar, de Colombia Justa Libres.


Aunque se declaró a la espera de analizar el texto de Cámara, Ríos ratificó que ha sido “firme” en su proceder y, si bien a la Comisión “no ha llegado nada”, advirtió que “no hubo modificaciones de fondo frente a la primera reforma y siguen con los mismos argumentos de la vez pasada”.


Para la congresista, un hecho que “mata de primerazo” tanto la laboral como la reforma a la salud es que aún no se conoce el aval fiscal de los proyectos. “Definitivamente nunca han tenido claridad sobre el impacto financiero”, explicó.


En ello coincidió la senadora Agudelo que, si bien insistió en que debe revisar el texto para ver si mantiene su postura, señaló que la reforma como viene “no corrige” lo que el sistema requiere. “La crisis que estamos viviendo ahora en el sistema no depende de una reforma, depende de unas actuaciones al interior del Gobierno. No hemos revisado cómo salió de Cámara, ni siquiera han radicado la ponencia para saber si vamos a mantener la postura. Tenemos que estudiarlo”.



Según la congresista de MIRA, uno de los puntos de honor es que se mantengan las auditorías, con todo y que el texto aprobado por Cámara contempla que la Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud (ADRES) –encargada de gestionar y proteger el adecuado uso de los recursos para la prestación de servicios, incluyendo pagos, giros y transferencias a las EPS e IPS (clínicas y hospitales)– pague entre el 85% y 100% de las facturas en 30 días, así no haya auditorías.


“Sería gravísimo”, dijo Agudelo, advirtiendo además que la reforma laboral también pasa aceite en la Comisión y, como está planteado hoy, el texto “puede generar desempleo en el país debido a las cargas adicionales que genera para las empresas”.


A su turno, la senadora Berenice Bedoya no se guardó nada y no dudó en decir que la reforma a la salud que llega a la Comisión “sigue siendo igual de nefasta que la primera que se presentó”. De acuerdo con la congresista, “no hubo cambios y sigue siendo la misma. Lo peor de todo es que sigue sin aval fiscal y es muy delicado para la salud del país”.


Justamente, en esa línea la senadora Norma Hurtado condicionó el estudio del proyecto a que tenga aval fiscal: “No respaldaré la reforma a la salud sin un aval fiscal riguroso y técnicamente sustentado por el Ministerio de Hacienda. Hasta la fecha, no se ha demostrado su viabilidad financiera”, manifestó.


En medio de las cálculos queda faltando un pronunciamiento clave: el del senador Miguel Ángel Pinto, quien en el pasado se opuso a la reforma. Se trata de uno de los congresistas más cercanos al expresidente César Gaviria, director del Partido Liberal, uno de los férreos opositores del proyecto y quien recientemente ratificó la independencia de la colectividad.


El factor Benedetti


No obstante, un asunto que no puede pasar por alto es que, de la mano de Benedetti, Petro no solo garantizó representación política en su gabinete para los conservadores con la ministra de Deporte, Patricia Duque, sino que mantuvo el dominio de La U en el Ministerio TIC con Julián Molina.


Además, el primer mandatario aceptó la renuncia de Luis Carlos Reyes al Ministerio de Industria y Comercio, una plaza que es apetecida por los liberales. De allí que, como quedó demostrado en Cámara, la burocracia podría inclinar la balanza en favor del Ejecutivo.


Por ahora, la reforma a la salud –e incluso la misma laboral– arranca con cinco votos favorables fijos: los de los petristas Martha Peralta, Wilson Arias y Ferney Silva, así como Ómar de Jesús Restrepo (Comunes) y Fabián Díaz (Alianza Verde). En contraste, por el no están los dos senadores del Centro Democrático y las dos congresistas conservadoras, a quienes se podrían sumar Bedoya y Ríos.


¿Podrá gestarse de nuevo el bloque antireforma? Aunque aún no se han reunido y el escenario sigue siendo biche, no está claro si las diferencias alrededor del proyecto puedan volver a juntarlos. “Los senadores de la Séptima somos hombres y mujeres muy juiciosos que, sé y estoy segura, han venido –como mi equipo de trabajo–, revisando y analizando el texto. Pero debemos esperar que la radiquen para sentarnos con más claridad. Hemos hecho el trabajo juicio de seguimiento”, remató Berenice Bedoya.


Por su parte, el ministro Benedetti, haciendo gala de su rol como estratega político del Gobierno en el Congreso, comienza a mover las fichas en el ajedrez del poder y desde ya plantea las movidas para asegurar las mayorías. Al parecer, agotada la vía de la burocracia, el Ejecutivo intentará también presionar con movilizaciones y llamados a la calle para influir en los congresistas.



“(La laboral) está muerta porque la engavetan, entonces vamos a ver qué hacemos”, reconoció días atrás Benedetti, quien, consultado por sus movimientos para destrabar la reforma a la salud en Cámara, manifestó que “el Congreso no se compra en dos días” y que su trabajo fue organizar los votos. “Había una coalición desorganizada y había que organizarla, el que diga que la compramos, es tonto”.


“Hay algunos, no voy a usar la palabra tontos ni bobos, que dicen que se compró el Congreso, o estaba comprado para que hubiera sido rápido (...) Usted el Congreso no lo puede comprar en dos días, ninguna de las dos premisas las explica lo que sucedió. Lo que sucedió fue, y lo he explicado muy bien, que había una coalición que estaba desorganizada y lo único que se hizo fue reorganizarla”, precisó.


El ministro reconoció que cuentan con las “mayorías necesarias en el Senado” y que “va a estar en la mesa” la alternativa de arropar con mensaje de urgencia a ambas reformas para acelerar su trámite. El desafío no es menor y el ministro encargado de la política está llamado a sumar aliados, mientras que el bloque que se le paró a la reforma a la salud no parece tener la solidez del pasado. El tire y afloje apenas comienza. COLPRENSA

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