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Los homicidios por sicariato están sin control en Barranquilla

Foto del escritor: Acta DiurnaActa Diurna

Por: Dany Oviedo Marino



Barranquilla y su área metropolitana arrancan el 2025 con una preocupante escalada de violencia que se refleja en un aumento alarmante de homicidios. Durante el primer mes del año, el Atlántico registró un total de 96 muertes violentas, un aumento significativo respecto a los 69 asesinatos de enero de 2024, lo que representa un incremento de 27 casos y uno más con respecto a diciembre de 2024. Este fenómeno no es solo un número, sino un reflejo de una crisis de inseguridad que azota a la capital del Atlántico y sus alrededores.



De las 96 víctimas reportadas en todo el departamento, 85 ocurrieron en Barranquilla y sus municipios cercanos. La ciudad lideró las cifras con 59 homicidios, mientras que Soledad, el segundo municipio más afectado, registró 23 asesinatos. Malambo, Galapa y Puerto Colombia reportaron un homicidio cada uno, y los municipios de Sabanagrande, Baranoa, Santo Tomás, Piojó, Repelón y Campo de la Cruz sumaron casos menores


La violencia del sicariato, el factor central


Uno de los elementos más alarmantes de esta situación es el auge del sicariato, que se ha convertido en una de las principales formas de criminalidad en Barranquilla y los demás municipios del departamento. El accionar letal de los sicarios ha dejado una estela de muerte, dolor y miedo en la comunidad. La violencia ha permeado las calles y hogares, afectando a toda la sociedad sin discriminación de clase social o edad.


En enero, la violencia no solo fue una estadística fría, sino una tragedia humana nunca antes vista. La ciudad vive un ciclo de sangre que no parece encontrar freno, lo que ha generado una creciente incertidumbre entre la ciudadanía.


El récord de muertes violentas en la historia de Barranquilla


Lo que se está viviendo en Barranquilla y el Atlántico no tiene precedentes en la historia de la ciudad y el departamento. El mes de enero de 2025 se ha convertido en el mes más sangriento desde que se registran estadísticas de homicidios, superando incluso los más oscuros momentos de violencia de años anteriores. En 204 años de historia de la ciudad, nunca se había vivido un comienzo de año con cifras tan devastadoras, lo que coloca al departamento del Atlántico en una situación crítica.



Este récord macabro se suma al contexto de un 2024 igualmente violento, que dejó 948 víctimas mortales en toda el Atlántico. Si bien enero de 2025 muestra una cifra similar a la del mes más violento del año anterior (diciembre), la sensación de desbordamiento es cada vez más evidente. La ciudadanía, desconcertada, sigue sin encontrar respuestas claras por parte de las autoridades, mientras la violencia se sigue cobrando vidas a un ritmo imparable.


La respuesta de las autoridades y la sociedad civil


La comunidad y los expertos en seguridad han señalado la necesidad urgente de una respuesta más efectiva por parte de las autoridades. A pesar de las esperanzas que se depositaron en la administración pública, las cifras de homicidios siguen siendo alarmantemente altas, manteniéndose el promedio de tres muertes violentas por día, un patrón que se ha mantenido durante el último semestre de 2024. Esto evidencia que la respuesta actual a la crisis de seguridad es insuficiente y que se necesita una intervención más decidida y estructural para enfrentar la violencia de manera efectiva.


Una articulación y coordinación más estrecha entre las autoridades y los entes intervinientes en el sistema penal es tan necesaria como urgente. Si no se logra una un punto de quiebre en las cifras de sicariato las cifras de homicidios podrían seguir creciendo sin control.



¿Un futuro incierto?


Mientras la violencia continúa golpeando a Barranquilla y su área metropolitana, el miedo y la incertidumbre se adueñan de sus habitantes. Las autoridades parecen estar sobrepasadas por la magnitud de la crisis, y la lucha entre bandas criminales sigue siendo el principal motor de esta violencia.


El primer mes de 2025 en Barranquilla ha dejado claro que la ciudad y el Atlántico enfrentan un desafío titánico. Con un número récord de homicidios y la amenaza constante del sicariato, el camino hacia la paz y la seguridad parece cada vez más lejano. El futuro inmediato dependerá de una respuesta firme, coordinada y efectiva entre el gobierno, la policía, la fiscalía, la judicatura y el Inpec para frenar la sangría que sigue desbordando las calles de la capital del Caribe colombiano.

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