Por: Dany Oviedo Marino
Imaginemos una ciudad en el que cada día se cometan 40 hurtos a personas, algo así como 1,7 hechos por hora. Sin duda esto generaría una creciente inquietud en la población y sus autoridades estarían en un estado de máxima alerta. ¿Verdad?
Pues resulta que esa ciudad existe y se llama Barranquilla. Así es, la ciudad ha experimentado un alza alarmante de este delito de alto impacto que es de los que más inciden en la percepción de seguridad de la ciudadanía.
El primer semestre de este año fue el de mayor número de robos desde 2010. Este año, según datos de la Policía Nacional, ha habido 7.171 casos, un 8,5% más casos que en el mismo período del año anterior y muy lejos de los 1.734 hurtos de 2010. Y es que, a excepción de período de pandemia, este delito presenta una alarmante persistencia con tendencia al alza desde el año 2008.
La situación, además de grave es sumamente preocupante, pues cada vez es más común que el hurto a personas involucre un alto grado de violencia y riesgo para la integridad y la vida de las víctimas, lo que se refleja en que, de enero a junio de 2024, se presentaron 3.033 casos (equivalentes al 42,3%) del total, en los que el delito se cometió con arma de fuego.
Pero lo que verdaderamente llama la atención es que la mayor ocurrencia robos se da para apoderarse de los teléfonos celulares de las víctimas. Según datos del Observatorio de Justicia, esta modalidad representa alrededor del 45% del total del hurto a personas.
Y es que el robo de celulares no está siendo entendido en toda su dimensión por las autoridades que lo perciben como un simple hurto callejero sin más, cuando detrás de este se encuentran verdaderas bandas criminales con una robusta cadena bien estructurada (ladrón, intermediarios, técnicos, vendedores y, obviamente, los capos del negocio) que les permite generar miles de millones de pesos y que sigue creciendo año tras año.
Para poner un ejemplo, supongamos que un celular de gama media cuesta un millón de pesos (según enter.co) y que todos los celulares que fueron robados en el primer semestre de 2024 fueron de ese tipo (a modo de promedio). Es decir, unos 3.226 celulares (45% de 7.171 hurtos a personas). Ya sólo nos queda multiplicar y tendremos que el negocio hace perder a los ciudadanos unos $3.226 millones ¡Sólo en el primer semestre de este año!
Pero sigamos: imaginemos que estas organizaciones terminan vendiendo los celulares a mitad de precio en el mercado: estaríamos hablando de unas ganancias de más de $1.600 millones en un semestre. O lo que es lo mismo, esos grupos estarían generando rentas ilegales por valor de $270 millones al mes.
Un negocio ilegal que cada año hace perder a los ciudadanos 3,2 millones de dólares y le deja unas ganancias de 1,6 millones de dólares a los delincuentes no es un juego de niños y debe merecer toda la atención de quienes gobiernan y de los organismos de seguridad.
Por eso no es posible combatirlo de la misma forma que el simple robo callejero del arrebatamiento una joya. Debe establecerse cuerpos especializados en el delito y la aplicación de una inteligencia que permita llegar a la cúspide de la cadena y a los técnicos que facilitan que los celulares puedan ser usados nuevamente y no simplemente al ladrón (que es lo que ocurre hoy en día). Esto está demostrado por las cifras que simplemente no funciona.
Para poder impactar este gran negocio ilegal se necesita dejar la mirada táctica que tienen las autoridades y generar estrategias serias con enfoque integral que se adecuen a las técnicas cambiantes de los delincuentes. De no hacerlo el problema continuará y es muy probable que empeore. Hay que dejar de mirar el árbol y dedicarse a observar el bosque.
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