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Aún no se esclarecen las denuncias de un atentado contra Petro



Pese a las constantes denuncias públicas del Jefe de Estado, las investigaciones están en etapa de indagación preliminar, sin evidencias para emitir órdenes de captura.


Con francotiradores, con sicarios, volquetas cargadas de explosivos y hasta veneno. Son múltiples los métodos con los que, según el presidente Gustavo Petro, las fuerzas oscuras del país lo quieren asesinar.


La denuncia más reciente partió de uno de sus aliados políticos, el pastor Alfredo Saade, quien expresó en una entrevista con RTVC que “me hablaron sobre un atentado con envenenamiento al presidente, las personas que me abordan en el aeropuerto son claras en decirme que durante los últimos tiempos la narrativa que han tenido del presidente, donde no lo bajan de borracho y drogadicto, la intención que podría caminar en esa narrativa radicaba en un envenenamiento al presidente, para luego los titulares de prensa salir a decir que por una sobredosis de droga había fallecido” (sic).



Aunado a eso, el fin de semana pasado, durante su oratoria en la sede bogotana de la Universidad Nacional, el jefe de Estado se refirió a otro presunto plan macabro en su contra.


“Ponen el billete para ver si Petro desaparece antes de diciembre, y se los voy a decir: compraron dos volquetas y la idea que tienen es llenarlas de dinamita y explosivos, y con información interna de mis rutinas, hacer volar la volqueta a mi paso. Ese es el operativo de la muerte”, aseveró.


El 9 de agosto anterior el primer mandatario alertó sobre otra presunta conspiración para darle de baja.


“Le preguntaría a alias ‘Iván Mordisco’ si es cierto que se ha aliado con la autodenominada Nueva Junta del Narcotráfico con sede clandestina en Dubai, desde donde delinquen, para matarme con francotiradores pagos”, publicó en su cuenta de X.


Dos días antes, un tirador de alta precisión de la Nueva Junta Directiva del Narcotráfico, una organización mafiosa con redes en Bogotá y la región esmeraldera, asesinó a su exmiembro y empresario Juan Sebastián Aguilar (“Pedro Pechuga”) en una urbanización de la localidad de Usaquén. Por tal motivo, esa facción criminal estaba bajo la lupa de la opinión pública, coincidiendo con el anuncio de Petro.


El 20 de julio anterior el presidente llegó tres horas tarde al desfile militar del Grito de Independencia. Primero dijo que hubo un desfase en la agenda de su grupo de escoltas, y semanas después argumentó que la tardanza se debió a una alerta de seguridad.


Respaldó la afirmación citando una entrevista de Univisión, en la que el penalista Alexei Schacht (reconocido por defender narcos en Estados Unidos), contó que uno de sus clientes le advirtió de un plan contra Petro, por lo que él a su vez les avisó a los gobiernos de Colombia y EE.UU.


Durante la campaña política a la Presidencia, por recordar otro episodio cercano, el entonces candidato señaló que los sicarios de la banda “la Cordillera” lo querían matar. Por ese motivo canceló los actos proselitistas en Pereira, en abril de 2022.


La información surgió de integrantes del Pacto Histórico en esa ciudad, pero cuando la Fiscalía los entrevistó para ampliar la denuncia, se negaron a mencionar las fuentes.



¿Y las evidencias?


En un país tan violento no se deben desestimar las amenazas contra un servidor público; sin embargo, son tan frecuentes y tan variados los supuestos planes para matar al Presidente, que cada vez que Petro los menciona genera dudas sobre su veracidad.


Los opositores más acérrimos aseguran que se trata de cortinas de humo para prolongar una narrativa de víctima y mártir de las causas populares, que suele acompañar con denuncias de presuntos “golpes de Estado blandos”. La senadora María Fernanda Cabal, del Centro Democrático, ha insistido en que “acá nadie va a tumbar a Petro, salvo él mismo. El peor enemigo de Petro, es Petro”, recalcó en una reciente aparición.


A la fecha, las noticias criminales están en etapa de indagación preliminar en la Fiscalía, sin que se hayan expedido órdenes de captura a los posibles indiciados.


Un oficial cercano a esos casos, quien pidió la reserva de identidad, relató que no hay pruebas sólidas para llevar a alguien a la cárcel, “pero no podemos descartar ni la más mínima sospecha. Todo se investiga”.


El encargado de negocios de la Embajada de EE.UU. en Bogotá, Francisco Palmieri, comentó en Caracol Radio que la seguridad de Petro “es una preocupación real”, aunque no dio detalles de las pesquisas.


“Iván Mordisco”, comandante del Estado Mayor Central de las Farc y uno de los aludidos por el mandatario, rechazó el señalamiento en un comunicado del 9 de agosto: “Petro, deje de creer como un niño en cuentos de conspiraciones internacionales, que solo buscan generar más rupturas en la ya maltratada paz total, no sea que le pase lo del pastorcillo mentiroso, y que el día que la derecha paramilitar uribista en asocio con los gringos le haga un atentado de verdad, nos señalen a nosotros para desviar responsabilidades”.


Otra de las inquietudes que queda en el aire es por qué los grupos narcotraficantes o insurgentes querrían matarlo, si durante su Gobierno aumentó la producción de cultivos ilícitos y cocaína, y sus huestes se han expandido con poca resistencia en los territorios, de acuerdo con las denuncias de la Defensoría; es decir, son más ricos y poderosos.



“Los principales grupos armados están sentados en las mesas de paz con el Gobierno: ‘la Oficina’, Clan del Golfo, disidencias de las Farc, Autodefensas de la Sierra Nevada, etcétera, y a sus cabecillas les suspendieron las órdenes de captura. ¿Para qué van a querer dañar a un presidente que les está ofreciendo beneficios jurídicos?”, reflexionó una de las fuentes consultadas.


Mientras tanto, él no desaprovecha la oportunidad para insistir en que lo tienen en la mira. Durante las marchas oficialistas de ayer profirió: “¡Esos que quieren matar y tumbar al presidente son asesinos por definición y quieren el poder! Los asesinos en el poder no solo asesinan a una persona, un presidente, asesinan al pueblo completamente. Por eso, no pasarán”.


No explicó a quiénes se refería, ni qué pruebas había de que lo querían matar, pero con esas palabras agitó a su multitud. COLPRENSA

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