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Armando Benedetti será el nuevo jefe de gabinete del gobierno Petro

Foto del escritor: Acta DiurnaActa Diurna


Según confirmaron fuentes de Palacio es un hecho que Benedetti será el nuevo jefe de despacho presidencial del primer mandatario, el mismo rol que ocupó al inicio del Gobierno la hoy canciller Laura Sarabia.


Benedetti aterriza al cargo justo cuando el presidente rebaraja su gabinete con miras a la campaña de 2026. De hecho, con Sarabia fuera de Palacio, Benedetti recupera un poder de relevancia al lado de Petro, con un objetivo importante, según dos fuentes con las que habló este diario: la campaña de 2026, tarea para la que es un “zorro viejo”.



El exembajador estuvo casi 20 años en el Congreso y fue presidente del Senado en la transición del gobierno Uribe al gobierno Santos. Con ese recorrido se convirtió en presidente también del Partido de La U y desde allí fue clave en la aprobación de prácticamente todos los proyectos de paz con las Farc, que fue la prioridad del expresidente Santos en sus ocho años de poder.


Benedetti volvió al país hace dos meses y desde entonces se ha mantenido en la sombra de las polémicas y los escándalos, que durante su carrera política han sido su escenario natural. El primer día aseguró que había estado en “tratamiento de rehabilitación” y dejó claro, para que se supiera de su poder e influencia, que su oficina iba a estar en el tercer piso “junto a la oficina de Laura y la oficina del presidente”.


La movida no es menor. El presidente Petro escogió para el periodo final de su mandato estar rodeado de un político cuestionado, pero que, como en campaña, le puede organizar su agenda y asesorarlo en la estrategia política. La oficina del despacho presidencial queda más cercano que la del director del Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre), Jorge Rojas, un hombre de izquierda, que tiene un perfil distinto al de Benedetti. La distancia, sin embargo, no es solo física, sino también práctica.


“Él (Benedetti) estuvo con Petro en toda la campaña, fue el que organizó esa campaña, el que cuadraba las reuniones, hacía los eventos, decidía a dónde ir, etc”, dijo una fuente del entorno del político. Así, Petro demuestra que está siendo pragmático en un momento en el que no le interesan tanto las críticas de la prensa, sino corregir la estrategia de comunicaciones para no perder el poder en las elecciones. Mientras tanto, las últimas encuestas de Invamer y el Centro Nacional de Consultoría, en el Pacto Histórico hay un líder fuerte, Gustavo Bolívar, y otros líderes poco visibles y que no tienen recordación necesaria para los debates con figuras como Vicky Dávila, Germán Vargas y Sergio Fajardo.


El papel de Jorge Rojas al frente del Dapre


Rojas se encargará de asuntos más administrativos de la Presidencia. Pero quien realmente estará sentado a la derecha de Petro será Benedetti. Eso no significa necesariamente que le vaya a dar órdenes a los ministros porque, precisamente, esa fue una de las molestias que generó en el gabinete su llegada como asesor.


A finales de noviembre de 2024, EL COLOMBIANO reveló que las inquietudes de los funcionarios no fueron exclusivamente sobre Benedetti sino también sobre Laura Sarabia, hoy canciller.


A varios de ellos les preocupa el “ruido innecesario” que generan ambos en el Gobierno y que podría estar nublando la comunicación del Ejecutivo y sus respectivos sectores de cara al país. Por eso, la presencia de Rojas busca tranquilizar a una parte de la izquierda alrededor del jefe de Estado.



Rojas le pidió la renuncia a más de 30 personas hace algunos días. Muchos de ellos renunciaron para irse a trabajar con Sarabia a la Cancillería y un puñado para el DPS.


El regreso de Benedetti recuerda a una crónica del periodista Juan Manuel Flórez durante la campaña de 2022: “Cuando lleva 50 minutos en el escenario, Benedetti se acerca discretamente para anunciarle que se quedaron sin tiempo (...) la línea final de su discurso es una presentación y una propuesta: “Me llamo Gustavo Petro y quiero ser su presidente”. Esta vez, pasados casi tres años, literalmente, les queda poco tiempo en el poder. COLPRENSA

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