top of page
Foto del escritorActa Diurna

Antes de Petro y después de Petro

Por: Germán Peña Córdoba



La historia, desde tiempos inveterados, se ha dividido en dos: un antes y un después. El punto cero o punto de llegada es el presente; es el diario vivir con sus penas, veleidades, sus angustias y alegrías ¡Es el hoy!


Desde la tranquilidad de lo actual, podemos dirigir una mirada serena y retrospectiva que evidencie el pretérito y a su vez, dimensione el incierto futuro que, en nuestro caso, y de manera aterrizada, se piensa más en las nuevas generaciones que en la próxima elección.


Siempre es bueno recrear el antes para poder descifrar el hoy. Antes de asumir este gobierno progresista, permanecíamos atomizados, acostumbrados a normalizar los pésimos gobiernos anteriores. Noticieros de "familias de bien" como Tv Hoy de la familia Pastrana, noticiero 24 horas, de la familia Gómez Hurtado, Noticiero Nacional etc., mantenían a la gente en un sueño profundo y anestesiados. Para fortuna nuestra, hoy tenemos RTVC y, el canal institucional, que ofrece un mayor equilibrio informativo y una magnífica programación cultural.



Otrora vivimos en perpetuas hegemonías políticas, muchos gobiernos Liberales y Conservadores, cogobernaron por décadas en contubernio con clanes políticos, legislando y aplicando justicia en contra del pueblo y, a favor de unas minorías plutocráticas que no han sabido interpretar las verdaderas necesidades de su pueblo; por lo contrario, han reinado bajo un sistema autocrático y cleptocrático.


Las altas cortes politizadas no han faltado y conspiran contra el cambio. Nunca en Colombia ha existido un péndulo político el cual nos indique la alternabilidad en el poder, por el contrario, el nepotismo ha prevalecido sobre el mérito. Tampoco ha existido una seria oposición. Siempre los remedos de oposición han sido animados por el filibusterismo, que busca transar en beneficio de negocios particulares y familiares Crudamente podría decir que la única oposición al Estado colombiano fue la guerrilla cuando esta tuvo ideales.


Existió en los años 60 unas causas objetivas que justificaron su aparición: el ELN y las FARC fueron las más representativas. Más adelante, en respuesta a un ostensibles y descarado fraude electoral, nació el M-19. Hay que reconocer que existieron unos ideales políticos que poco a poco se disiparon de la mano del perturbador narcotráfico que las coopto. Cuando la guerrilla romántica tenía ideales se unieron a esta causa grandes capas del estudiantado universitario, muchachos de los colegios y la clase obrera. Todo se explica, porque siempre hemos vivido bajo la férula de una guerra absurda, el atraso, la desigualdad social y la pobreza.


El verdadero anhelo de cambio se manifestó en 2018 y sin duda se ganaron las elecciones, donde reinaron impunemente los "Ñeñes" Hernández y las "Cayitas Daza". Sin embargo, nada pasó. Pero un verdadero alineamiento de los astros se concretó en el 2022, porque se neutralizó el redomado fraude y se volvió a contar con un verdadero líder que definitivamente cautivó las masas: Gustavo Petro.


Los cambios no son inmediatos, ni necesariamente son de carácter económico. El inmaterial cambio cultural será el gran cambio. Un cambio que con los años impulsará la movilidad social a través de la educación a gratuidad y de contera reducirá la desigualdad social y la pobreza multidimensional. Siendo realistas, se ha sembrado la semilla que en poco tiempo germinara, se han logrado anhelos que serán paradigmas para tratar de imprimirle continuidad a una gestión que merece permanecer en el tiempo.


El eje histórico del conflicto en Colombia tiene como origen la tierra. En este sentido, la redistribución de la tierra -como hoy se hace- cobija gran parte de sus esfuerzos. Repartir millones de hectáreas a los tradicionales expoliados es uno de los máximos logros, siempre y cuando a posteriori haya apoyo económico y tecnología agropecuaria.


Para la inexorablemente historia, el país se dividirá en dos: antes de Petro y después de Petro. Lo cierto es que, quiérase o no, después del gobierno del cambio, Colombia no volverá a ser la misma, incluso si no se garantiza la continuidad y más aún equivocándose electoralmente de nuevo.



De presentarse este escabroso e impensable escenario -aunque hay que contemplarlo- en pocos meses se palparía la añoranza, la nostalgia y muchos entraríamos a evocar el recuerdo, la ausencia de un gobierno y una política, que propugno por un cambio y puso en el centro de las soluciones, al olvidado campesinado colombiano hoy sujeto de derechos, un gobierno que puso a las clases medias y a los más pobres a resarcir sus inculcados derechos.


Siendo así y en un estadio adverso, en unos pocos meses se incubaría un descontento que terminaría pariendo un nuevo estallido social, que pediría el regreso de lo conquistado y lo avanzado. Este imaginado y malhadado escenario, sería difícil de aceptar y menos regresar al escabroso y nefario pasado.


Lo único que evitaría la catástrofe sería tomar inmediatamente tres acciones básicas para las próximas elecciones: la primera unidad, la segunda unidad y la tercera unidad. Solo la unidad nos garantiza la continuidad.

bottom of page